La muerte de la misionera que optó por “los pobres más pobres”


Hermana Dorothy, una monja de la Congregación de Notre Dame de Namur, se dio cuenta del latifundismo que empezó a producirse en la selva amazónica
La vida de la estadounidense Dorothy Stang fue marcada por una intensa lucha para que tuvieran derecho a la tierra muchos trabajadores rurales que emigraron hacia el norte de Brasil en busca de supervivencia a partir de la explotación sostenible. El primer destino de Stang fue la ciudad de Coroatá, en Maranhão, donde llegó en 1966, a los 35 años.
Hermana Dorothy, una monja de la Congregación de Notre Dame de Namur, se dio cuenta del latifundismo que empezó a producirse en la selva amazónica. Con el fomento del gobierno, muchos agricultores talaban el bosque y hacían pruebas para ver qué se podría producir allí. Como resultado, pequeños agricultores que habían venido desde el Noreste, en particular desde Maranhão, fueron expulsados y migraron al interior de Pará, atraídos por la promesa de terrenos en las orillas de la autopista Transamazónica, que empezaba a construirse. Según la misionera Rebeca Spires, Stang decidió ir con ellos. “Entonces ella [Stang] dijo: 'Mira, nuestra gente está migrando a Pará. Vámonos nosotras también. No podemos dejar ir al pueblo y quedarnos acá'. Fue por eso que vinimos”, recuerda Spires.
A principios de los años 70, el gobierno militar de Brasil, bajo el lema “Integrar para no Entregar”, inició una nueva política de ocupación de la región, con la venta de lotes de tierra –los llamados Contratos de Alienación de Tierras Públicas–. Estos documentos eran concedidos a personas que, en la mayoría de los casos, siquiera llegaron a visitar los lotes. Los contratos determinaban que, si los propietarios no hicieran ninguna mejora en el lote dentro de cinco años tras la compra, las tierras serían devueltas a la Unión. Sin embargo, estas tierras fueron revendidas a otras personas que, años más tarde, decían ignorar la cláusula y reclamaban la propiedad de los terrenos. Entonces, empezaron a surgir contratos falsos.
Francisco Jesus Portela, plantador de cacao en Anapu, recuerda: “Teníamos que deforestar para que otro país no tomara nuestra Amazonía legal. Teníamos que sembrar arroz y hierba. Se debía deforestar mismo, es decir, avanzar”.
En este complicado escenario, donde la Unión, grandes agricultores y pequeños propietarios luchaban por espacio, la misionera Dorothy Stang surgió como una voz en favor de los campesinos pobres. Erwin Krautler, obispo de la Prelatura del Xingu, cuenta que, con la llegada de los grandes terratenientes que afirmaban poseer la tierra, el conflicto se hizo aún más visible. Según él, los organismos del gobierno fueron “negligentes y omisos”.
“En el área de la actual ciudad de Anapu, la migración fue desordenada y por lo tanto la situación de las familias, desde el principio, era muy pobre. Este fue el ambiente en el que surgió hermana Dorothy, y que le hizo decidir apoyar a los pobres en su lucha por hacer realidad el sueño de ganarse su propio terreno”.

Rebeca Spires
Desde su llegada a Anapu, en 1982, Stang empezó a reivindicar los derechos de los pequeños agricultores y estimuló su organización, como señala la misionera Rebeca Spires. “La primera cosa que me dijo Dorothy fue: 'Tienes que aprender la Biblia en portugués, pero tienes que aprender el Estatuto de la Tierra. Porque nosotras trabajamos con pequeños agricultores y ellos deben saber cómo defender sus derechos. Tenemos que conocer y enseñar a la gente los derechos que la ley reconoce, para que ellos sepan luchar por sí mismos. No nos quedaremos toda la vida luchando por ellos. Son ellos los que tienen que hacerlo'”, recuerda.
Spires cuenta que el protagonismo de Stang era visible en su manera de liderar y enseñar. Ella creó decenas de escuelas por donde pasó. Su método era: “¿Sabes leer? Entonces toma estos niños y enséñales”.
El monseñor Erwin Krautler, en aquel momento responsable de designar los lugares donde los misioneros iban a actuar, recuerda la llegada de Stang a la ciudad. “Recuerdo perfectamente la visita de aquella señora de vocecita suave y muy fuerte acento estadounidense. Vino a hablar con el obispo para ver si ella y su congregación podrían trabajar en la Prelatura del Xingu. Con la continua migración hacia la Transamazónica y otras regiones de la Prelatura, cualquier congregación religiosa era muy bienvenida y, por supuesto, acepté la propuesta de inmediato sin pensar en un área específica de actuación”.
Krautler también recuerda que la monja alimentaba el sueño de trabajar entre los campesinos más pobres de la región. “Ella pronto me dijo que quería 'trabajar entre los pobres más pobres'. Yo bromeé y le dije que, como ciudadana de Estados Unidos, procedente del agradable estado de Ohio, ella sin duda no conocía la pobreza extrema. Hablé entonces de la Transamazónica-Leste, región infestada de enfermedades tropicales, hogar de personas que no tienen donde caerse muertas. Ella ni siquiera me dejó terminar de hablar y contestó: 'Entonces, quiero ir'. Traté de advertirle: 'Pero usted no va a aguantar'. Y ella dijo: 'Déjame al menos hacer una experiencia'. Pensé que después de un par de semanas me pediría otra área o ya estaría 'disfrutando' de la primera malaria. Me equivoqué por completo”, cuenta Krautler.
Rebeca Spires recuerda que, cada vez que Stang iba a Belém, capital del estado de Pará, traía a algunos pequeños agricultores para mostrar dónde estaba el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) y el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra). Según Spires, el objetivo de Stang era que "mañana o después, ellos lo hicieran, no ella”. Fue de esa manera que empezó a ayudar a los pequeños productores rurales que llegaban a la región, sin orientación, en busca de tierras para producir.
En la opinión de muchos habitantes de la ciudad, sin embargo, la presencia de Stang era un obstáculo al desarrollo económico. Paulo Anacleto, taxista y concejal en el momento en que la tensión empezó a aumentar, lo explica: “La gente perdería la tierra porque no tenía documentos. Eso fue lo que llevó a la muerte de la hermana Dorothy”. A principios de la década de 2000, hubo varias protestas en contra de la creación del Proyecto de Desarrollo Sostenible, alentadas por Dorothy Stang.

Proyecto de Desarrollo Sostenible Esperança
José Carlos Pereira, ex presidente de la asociación de comerciantes de Anapu, dice que el entendimiento era que posibles perjuicios a los madereros y grandes agricultores también se reflejarían en los resultados del comercio. “El objetivo de las manifestaciones era rescatar nuestro municipio, que estaba a punto de ser tomado por alguien que ni siquiera se conocía”, sostiene Pereira. “Se hicieron varios movimientos porque, en aquel entonces, todos estaban desesperados con lo que podría suceder. Madereros no podrían más talar, hacendados no podrían más tener tierra. Había gente que tenía hacienda con dos mil bueyes y que fue expropiada”, recuerda.
Para desalentar las acciones a favor de la reforma agraria, protagonizadas por Stang, la Cámara de Consejales de Anapu aprobó una moción de persona non grata a la misionera en 2002. Pereira explica la decisión: “Nadie tenía nada en contra de ella. Vimos el riesgo que ella corría y hubo la preocupación por que pasara algo. Así que hicimos la moción para que ella se marchara de acá con vida. Nuestra intención era que ella dejara vivir tranquilos los madereros y los hacendados, que estaban amenazados. Pensamos que, con su partida, la industria de la madera y el sector ganadero tendrían paz”.
Pero Stang se negó a marcharse y finalmente fue asesinada el 12 de febrero de 2005, con seis disparos, a mando de los agricultores Vitalmiro Bastos de Moura y Regivaldo Pereira Galvão, condenados por el crimen después de cuatro juicios.
Hoy, diez años después de la muerte de la misionera, Pereira ite que cambió de opinión. “Si yo tuviera que hacer hoy lo que hice [manifestaciones], pensaría dos veces. Sobre todo porque muchas cosas han cambiado con la implementación del Proyecto”, reconoce. “Estamos viendo grandes ejemplos en São Paulo y Minas Gerais, donde falta agua hasta para beber. Y si [la ejecución del Proyecto de Desarrollo Sostenible] no hubiera ocurrido para frenar [la deforestación] aquí, en 20 o 30 años estaríamos pasando por la misma situación. Así que hoy confieso que, al menos en parte, ella tenía razón”, dice.
Traducción: Leonardo Vieira
Fonte: La muerte de la misionera que optó por “los pobres más pobres”



